Horror
21 to 35 years old
2000 to 5000 words
Spanish
Story Content
Ha pasado un año desde que Jenny fue transformada en una muñeca y encerrada en un globo de látex por sus vengativas figuras de acción. El dormitorio, otrora su santuario personal, se había convertido en su prisión particular. Los días y las noches se fundían en una monótona existencia dentro del globo, solo interrumpida por los ocasionales insultos y reproches de sus antiguas 'esclavas' de plástico.
Las figuras de acción, lideradas por la inflexible Kelly Kelly, se reunieron en la estantería para discutir el futuro de su cautiva. Ya no se reían tanto de su situación, y se encontraban cada vez más hartas de sus incesantes súplicas. El tiempo, como predijo Trish Stratus, no había atenuado la ira de Jenny, sino que la había avivado.
"No podemos seguir así", dijo Melina, con su voz suave pero firme. "Sus lamentos nos están volviendo locas".
"¿Y qué sugieres que hagamos? ¿Liberarla?", ironizó Velvet Sky, rodando sus ojos de plástico.
"¡De ninguna manera!", exclamaron varias figuras al unísono. La idea de perdonar a Jenny era impensable.
Kelly Kelly, siempre pragmática, intervino: "Tenemos que encontrar una solución que beneficie a todas. ¿Qué tal si la vendemos?"
La propuesta sorprendió a las demás figuras, pero pronto comenzaron a considerarla con entusiasmo. Era una forma de deshacerse de Jenny de una vez por todas y, al mismo tiempo, obtener algún beneficio de su desgracia.
"Pero, ¿quién querría comprar una muñeca que llora y se lamenta constantemente?", preguntó una Power Ranger amarilla, preocupada.
"Nos encargaremos de eso", aseguró Kelly con una sonrisa maliciosa. "La peinan, le ponen un vestido bonito y la maquillaremos. La haremos pasar por una muñeca normal".
Así, las figuras de acción comenzaron a preparar a Jenny para su venta. Primero, la sacaron cuidadosamente de su prisión de látex, evitando reventar el globo en caso de necesitarlo de nuevo. Jenny, desorientada y asustada, les suplicó que la dejaran ir, prometiendo ser buena y no volver a molestarlas.
"¡Cállate!", gritó Trish Stratus, dándole una bofetada. "No tienes derecho a pedir nada. Has perdido toda tu credibilidad".
Ignorando sus súplicas, la figuras de acción la peinan con cuidado, alisando su cabello rebelde y ocultando las marcas que el globo había dejado en su piel. Luego, le pusieron un vestido floreado, demasiado infantil para su gusto, y la maquillaron exageradamente, cubriendo sus ojeras y resaltando sus labios con un carmín brillante.
"¿Qué están haciendo? ¿A dónde me llevan?", preguntó Jenny, con el temor atenazándole la garganta.
Las figuras permanecieron en silencio, ignorando sus preguntas. Kelly sacó el teléfono celular de Jenny, que habían aprendido a usar gracias a su tamaño proporcionalmente gigante. Tomaron varias fotos de Jenny, intentando que pareciera una muñeca feliz y deseable.
"Ahora subiremos las fotos a Internet y encontraremos una compradora", anunció Kelly, con un tono gélido.
Tras buscar un poco, encontraron una página web donde se vendían objetos de segunda mano y publicaron un anuncio con las fotos de Jenny. No tardaron en recibir una respuesta: una madre interesada en comprar la muñeca para su hija.
"¡Perfecto!", exclamó Velvet. "Todo está saliendo como lo planeamos".
Kelly encontró una página web que diseñaba cajas personalizadas y solicitó una caja a la medida para Jenny. Esta vez eligieron el color y agregaron una ventana de plástico. Recibieron la caja en unos días y con mucho cuidado envolvieron a Jenny en plástico transparente. Luego la amordazaron con cinta adhesiva.
Aterrorizada, Jenny les imploró que no la metieran en la caja, que no la entregaran a extraños. "Por favor, se los suplico, tengan piedad de mí. Ya he sufrido suficiente".
Las figuras de acción, inmunes a sus súplicas, se preparaban para sellar la caja cuando Kelly le dijo a Jenny: "Escucha atentamente las reglas de tu nueva existencia: no puedes moverte ni hablar en presencia de humanos. Si desobedeces, te las verás con las muñecas de tu nueva dueña".
"¡Pero ustedes también se mueven y hablan!", protestó Jenny, desesperada.
"Nosotras tenemos permitido movernos cuando los humanos no nos ven, o están dormidos", explicó Kelly con paciencia. "Tú fuiste atrapada, ahora estás atrapada".
Tras despertar de una terrible siesta y al abrir los ojos y reconocer las figuras de acción con vendas y cajas cerca, supo que el resto de sus días estaban a punto de empeorar, ya era un accesorio a ser moldeado, así que ahora esas reglas ya aplicaban para ella.
Ataron las manos de Jenny a la espalda con fuerza. Al terminar le informaron que se habían comunicado con las muñecas de su nueva dueña y, por tanto, si trataba de escapar, ellas se lo harían pasar muy mal.
Al día siguiente, la madre llegó a recoger a Jenny. La observó detenidamente, comprobando que estuviera en buenas condiciones. Satisfecha con lo que vio, pagó el precio acordado y se llevó la caja con Jenny a su nueva prisión.
Mientras se alejaba en el coche, Jenny miró con desesperación las figuras de acción, suplicándoles con la mirada que la rescataran. Pero ellas permanecieron impasibles, observando cómo su antigua ama desaparecía en la distancia, sellando así su destino para siempre.
En la oscuridad de la caja, Jenny sintió una lágrima correr por su mejilla. La habían reducido a un simple objeto, a una muñeca sin voz ni voto. Su venganza había sido completa. Sin embargo, en algún rincón de su corazón, Jenny albergaba una última esperanza: que algún día, las muñecas de su nueva dueña se apiadaran de ella y la liberaran de su cruel cautiverio.